Eva ha muerto en Tarambana Teatro

Tal vez, una de las maldiciones que no nos han contado que se le dijo a Adán y Eva en el paraíso es que si uno de ellos desapareciese, el otro viviría eternamente en una pesadilla, recordando a cada minuto los momentos vividos en el origen de la especie. Eva ha muerto parte de este supuesto y Adán comparte con el público de todos los tiempos el horror de no poder salir del túnel del dolor. Es una propuesta sencilla y arriesgada no solo físicamente porque el dúctil actor, Mikel Arostegui, esté desnudo todo el tiempo frente al patio de butacas si no por el viaje tormentoso que recorre en una montaña rusa de la memoria, a medio camino entre el paraíso y el infierno. Solo una objeción…Si estamos a un metro del actor…¿Es necesario que el volumen interpretativo sea tan intenso?, se echa de menos el susurro y la intimidad. De todos modos, siguen siendo las salas pequeñas donde se viven experiencias diferentes.
Adolfo Simón